Rodearte de un equipo multidisciplinar puede ayudarte a vivir esta etapa de la mejor forma posible. El profesional de cada área va a aportarte grandes beneficios: obstetra, matrona, entrenador, fisioterapeuta, nutricionista, psicólogo… asegúrate de que escoges el profesional adecuado para cada necesidad y que tiene la titulación necesaria para lo que imparte

Depende del tipo de parto que hayas tenido y de tu situación en particular. Piensa que en este periodo todas las modificaciones que sucedieron en tu cuerpo para gestar a tu bebé ahora tienen que revertir poco a poco. Habitualmente se recomendaba esperar a que pase la cuarentena y en los casos de cesárea a que esté bien curada la cicatriz. Sin embargo, si no hay contraindicación, puedes empezar haciendo movilización articular y ejercicios del suelo pélvico.
Lo ideal es que tu matrona u obstetra te den el visto bueno antes de comenzar a entrenar.

Sí. Los ejercicios de fortalecimiento y los estiramientos pueden ayudar a prevenir los calambres. Es importante también mantenerse hidratada y tener un aporte adecuado de minerales. Aunque en muchos casos los calambres suelen mejorar con estas medidas, en ocasiones el origen no está relacionado con ellas.

Sí. Antes se consideraba que el embarazo gemelar era una contraindicación absoluta, sin embargo las últimas recomendaciones no encuentran que exista un riesgo en estos embarazos siempre que no haya riesgo de parto a pretérmino o de crecimiento intrauterino retardado. Controla la intensidad y ponte en contacto con un entrenador especialista en embarazo.

El crossfit es una actividad que presenta varios riesgos durante el embarazo. La alta intensidad, el riesgo de golpeo en el vientre con las barras, el alto impacto y someter a las articulaciones a un alto estrés hacen del crossfit una actividad poco recomendable durante el embarazo. Sin embargo, si modificas estos componentes y escoges ejercicios sin riesgo y con un una intensidad de moderada a vigorosa, puede seguir entrenando en el mismo entorno. Revisa los descansos.

Cuando empezamos a hacer ejercicio se produce una reducción del flujo de sangre hacia el útero de un 25% y esta reducción en mayor cuanto más alta sea la intensidad.
Se ha visto que ante ejercicios cerca del 90% de la frecuencia cardiaca máxima aparecen signos de estrés fetal, por lo que no debes superar esa intensidad.
Recuerda que el objetivo en esta etapa no es la mejora del rendimiento.

Si ya corrías antes de quedarte embarazada puedes seguir haciéndolo pero debes tener en cuenta que tus articulaciones van a sufrir más porque los estrógenos y la relaxina las hace más inestables. Además un punto esencial a tener en cuenta es tu suelo pélvico. Las actividades de alto impacto generan micro traumatismos en los músculos perineales, y con el peso del útero esto se incrementa.
Contacta con un fisioterapeuta especialista en suelo pélvico para prevenir cualquier problema.
A medida que el embarazo avance es probable que tú misma decidas parar o reducir la intensidad por sentir incomodidad. Cuando llegue ese momento puedes sustituir la carrera por actividades con menos impacto.

A veces es difícil escoger una actividad porque existen muchas opciones. Lo primero que debes hacer es descartar aquellas actividades que generen algún riesgo, de golpes o caídas.
Los mayores beneficios los obtienes combinando ejercicio de tipo aeróbico, de tonificación y estiramientos, así que busca actividades que trabajen estos aspectos. Por ejemplo, si escoges una actividad como el Yoga, en la que está presente la tonificación y los estiramientos, te falta el estímulo aeróbico, que puedes encontrarlo combinando el Yoga con caminar a buena velocidad.

No existe ninguna evidencia que indique que hacer ejercicio desde el principio sea peligroso para la implantación ni para el desarrollo del embrión. Sin embargo, una recomendación frecuente es esperar a la primera ecografía para asegurarnos de que todo está bien.

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